Vampiresa |
Al finalizar la presentación del nuevo método para borrar y reemplazar las
memorias humanas, y en el proceso, avanzar en el camino hacia la inmortalidad,
el Profesor Long, fundador del movimiento Humanos
Inmortales divisó entre la concurrencia a una mujer vestida de rojo que lo
miraba con ojos distantes, a milenios.
Hipnotizado, se acercó a la desconocida y ésta le informó que sostenía
un punto de vista contrario al tópico de su disertación. Long le ofreció tomar una copa. En el bar, la mujer soltó:
—Profesor, ¿qué opina usted sobre la
posibilidad de que los verdaderos inmortales sean los mismos humanos,
bendecidos con la periódica «muerte eterna» y en posesión del privilegio y la
habilidad de olvidarlo todo? ¿No cree que «para siempre» es mucho tiempo? En este plano y como usted sabe, «inmortales» los hubo desde tiempos inmemoriales—.
— ¿A quiénes se refiere? — preguntó Long
resistiéndose a la sugerencia y registrando el hálito frío que
emanaba de la mujer. —Los vampiros no existen—afirmó al fin con voz
ronca.
Ella le tomó la mano y se la llevó a la
mejilla. — ¡Ah, sospecha bien, aunque nos prefiera relegados a los mitos y las
sombras! Es cierto, ya no somos humanos pero tenemos alma y la capacidad de
destruir a la humanidad. ¿Qué nos lo
impide? Pues, una memoria entre las tantas que heredamos de
nuestros antiguos y el fluido vital de nuestras víctimas humanas. Pero por sobre todo, Luciano, el ángel caído
quien instruyó no hacer de los humanos víctimas totales de nuestras hambres—.
—Pero, alguna vez usted fue mortal como yo—
balbuceó Long apurando su trago.
La mujer asintió.
—Entonces, es su propia naturaleza de cadáver
activo la que pervive a través de memorias milenarias. Y es exactamente eso lo que propone el método
Long — agregó el profesor.
La mujer le respondió con una mirada extraña:
— Oh no, no es así. Su método distribuye engaños envasados en dudosas vidas eternas. No lo dude; se hará inmensamente rico y vivirá a costa de las memorias ajenas, las mismas que a su debido tiempo le abandonarán. En cambio nosotros y por todos los tiempos, recordaremos que los humanos son nuestro alimento. ¡Caramba! Debo irme. Lo siento mucho Profesor, me esperan a cenar.
— Oh no, no es así. Su método distribuye engaños envasados en dudosas vidas eternas. No lo dude; se hará inmensamente rico y vivirá a costa de las memorias ajenas, las mismas que a su debido tiempo le abandonarán. En cambio nosotros y por todos los tiempos, recordaremos que los humanos son nuestro alimento. ¡Caramba! Debo irme. Lo siento mucho Profesor, me esperan a cenar.
Perplejo, Long contempló como una ráfaga de
viento abría la ventana y la mujer se sumía en la oscuridad.
Violeta Balián © 2014
..."cadáver activo..." ... ¡ muy bueno,,,!!!
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