Ilustración de Miriam Ascúa Córdoba, Argentina 2015 |
por Violeta Balián
A mediados de 2015, Eriginal Books (Miami) publicó la tercera edición de mi novela, El expediente Glasser. Sí, la tercera edición, parece mentira ¿no? Pero esta vez, clasificada como un thriller domestic noir. Naturalmente, cuando lo comento con lectores, colegas y amigos todos me preguntan qué es el domestic noir.
Domestic noir es una forma literaria, un subgénero de la novela negra o policíaca al que hasta hace poco nos referíamos como thriller psicológico. La primera vez que oí mencionar el término fue allá por 2013 cuando estaba por publicar la segunda edición de El expediente Glasser y una agente literaria neoyorquina sugirió que reclasificara al escrito en el flamante subgénero. En su opinión, la novela reunía los elementos que encajaban con esta forma literaria. Pero como yo no estaba familiarizada con el subgénero, hice caso omiso y opté por la clasificación tradicional: novela negra, thriller psicológico.
Más allá de que para algunos académicos aún no esté claro si el domestic noir deriva de la novela negra o policíaca, lo cierto es que a partir de 2013 una veintena de autores en el Reino Unido, Canadá y los EE. UU. adoptaron la modalidad y clasificaron a sus obras dentro del nuevo subgénero. Hoy en día, tanto las editoriales estadounidenses como las británicas afirman entusiasmadas que las ventas que está generando el nuevo subgénero marcan mucho más que una tendencia pasajera.
Entendido, dirán ustedes, pero ¿qué es lo que define al domestic noir?
En primer lugar, examinemos algunas de las características que puntualizan a la novela negra o policíaca, los thrillers y los thrillers psicológicos.
En la novela negra o policíaca lo “peor” ya ha ocurrido. El relato comienza con el hallazgo de un cadáver o algunos más y a lo largo de la trama, uno o más personajes procuran descubrir qué ha sucedido, cómo y por qué.
En un thriller, lo “malo” está por suceder. En estos casos, la narrativa despega con una situación buena o medianamente estable que va empeorando a medida que avanza la trama. Cabe destacar que los personajes de un thriller son, en general, operativos profesionales; espías, agentes secretos de la CIA, KGB o MI6 y, asesinos a sueldo. Además, los thrillers más exitosos se desarrollan en sitios puntuales, cercanos al poder político o en escenarios distantes o poco comunes como pueden serlo las campañas bélicas en el extranjero. El alcance es global.
Por su parte, un thriller psicológico presenta gente normal en un entorno de hogar o sitio de trabajo. pero con un elemento adicional: no hay un conocimiento del peligro ni se sospecha que éste exista, ya que tal peligro, según ciertos autores, puede estar en la mente del protagonista.
Al explorar los orígenes del subgénero domestic noir, se ingiere que las categorías en los párrafos anteriores no responden a la necesidad de muchos escritores de dar con la clasificación justa que requieren sus trabajos. Tampoco con el entorno o la dinámica interpersonal que demandan sus narrativas. Fue así que surgió el domestic noir. El subgénero permite hacer hincapié en el "aspecto criminal" de los dramas domésticos cuyos rasgos generales recuerdan el suspense tan popular de los años 40, épocas en las que Hollywood se convertía en su mejor cliente.
Entonces ¿qué adiciona el thriller domestic noir al thriller psicológico?
En suma, destaca un entorno doméstico o laboral, anclado en la realidad donde los personajes viven con sus familias y comunidad. Sin embargo, las apariencias engañan. En otros casos, los protagonistas están solos. Un ejemplo: un anciano a merced de un pariente cercano o confinado a un geriátrico. Situaciones en las que la atmósfera se torna desafiante y malsana abriéndole la puerta al crimen o a los abusos emocionales y físicos.
Entonces ¿qué adiciona el thriller domestic noir al thriller psicológico?
En suma, destaca un entorno doméstico o laboral, anclado en la realidad donde los personajes viven con sus familias y comunidad. Sin embargo, las apariencias engañan. En otros casos, los protagonistas están solos. Un ejemplo: un anciano a merced de un pariente cercano o confinado a un geriátrico. Situaciones en las que la atmósfera se torna desafiante y malsana abriéndole la puerta al crimen o a los abusos emocionales y físicos.
Julia Crouch, la escritora británica definió al subgénero domestic noir como un "conjunto de obras cuyas narraciones si bien no lo hacen en forma exclusiva giran alrededor de una experiencia femenina y de las relaciones emocionales". De hecho, no nos sorprende que su alusión a la “experiencia femenina” no haya caído bien en ciertos círculos dado que el tratamiento de ese tema no es nuevo ni único. Sí lo es, la cotidianidad y la violencia de género. De hecho, la sola mención de “femineidad” impulsó a muchos a declarar que la mayoría de los autores del subgénero eran mujeres. Cierto. La lista de títulos domestic noir es enorme y repleta de autoras pero también hay hombres. Y entre los críticos, no faltaron quienes, de modo peyorativo asociaron a la nueva categoría con el chick lit, o sea el género pos-feminista que surgiera allá por 1995.
No obstante, la tendencia domestic noir tomó forma y alas afianzándose, a nivel mundial con tres obras importantes: The Silent Wife, o La mujer de un solo hombre (Alfaguara Black) de la canadiense A.S.A. Harrison, publicada poco después del fallecimiento de su autora como un thriller psicológico. Penguin Books rectificó la clasificación y The Silent Wife pasó a ser uno de los mejores exponentes del domestic noir.
Gone Girl (en castellano, Perdida) de la norteamericana Gillian Flynn apareció en 2013 y clasificada como un thriller domestic noir. Fue un éxito de ventas al que le siguieron una versión cinematográfica y un nombramiento para el premio Oscar. Perdida es, además, el mejor ejemplo de que en las novelas domestic noir las víctimas no son exclusivamente mujeres. Recientemente, la autora expresó que nunca tuvo la intención de hacer una víctima del personaje principal. En tanto, la revista Time señaló que la obra «pone al descubierto el lado más oscuro del matrimonio, los engaños, las decepciones, la obsesión, el miedo».
A principios de 2015, con bombos y platillos, llegó The Girl on the Train (La chica del tren) de la inglesa Paula Hawkins. La novela trata de una chica que se siente atraída por la vida de una pareja a la que observa a diario desde el tren suburbano y en un momento, se convence de que algo terrible les ha ocurrido.
Las ventas de La Chica del Tren superaron a las Cincuenta Sombras de Grey de E. L. James. Ante tal fenómeno la crítica española explicó que «La chica del tren va un poco más allá al adentrarse en una “categoría propia de la novela negra”, que muchos han dado por llamar “domestic noir”, y que trata de reflejar los aspectos sórdidos, si se quiere, de la vida de las familias en los suburbios».
A la hora de buscar ejemplos de domestic noir en la literatura universal, vienen a la mente Cumbres Borrascosas de Emily Bronte, y un siglo más tarde, en los años 40, Rebecca de Daphne du Maurier. Entre la producción nacional recuerdo particularmente a Elena Sabe (2006) de la argentina Claudia Piñeiro, una novela que relata la odisea de una anciana discapacitada que recorre el conurbano bonaerense buscando identificar al asesino de su hija. Hay muchas obras más pero archivadas en otras categorías como Dormir al Sol (1973) de Adolfo Bioy Casares.
A partir de estos y otros trabajos se van abriendo ante autores y lectores, escenarios y tramas como también puntos de vista que explicarían a qué se debe que el subgénero thriller domestic noir goce de semejante popularidad. ¿Será por el ejercicio de querer plantearnos si conocemos realmente a la persona con la que mantenemos una relación? O ¿qué pasa por la mente de nuestros allegados y seres queridos? ¿Cómo interpretar sus acciones? A primera vista y, desde lo que se entiende por ciertos títulos de las novelas domestic noir, el matrimonio parece ser el mejor espacio desde donde explorar la culminación de las relaciones y su trayectoria.
A partir de estos y otros trabajos se van abriendo ante autores y lectores, escenarios y tramas como también puntos de vista que explicarían a qué se debe que el subgénero thriller domestic noir goce de semejante popularidad. ¿Será por el ejercicio de querer plantearnos si conocemos realmente a la persona con la que mantenemos una relación? O ¿qué pasa por la mente de nuestros allegados y seres queridos? ¿Cómo interpretar sus acciones? A primera vista y, desde lo que se entiende por ciertos títulos de las novelas domestic noir, el matrimonio parece ser el mejor espacio desde donde explorar la culminación de las relaciones y su trayectoria.
Felizmente, ya están dadas las condiciones para que el subgénero se extienda más allá de las estructuras iniciales e incluya relatos polifónicos expresados en las conductas de padres, hermanos, familiares, vecinos y empleadores. También en la llegada de algún extraño para instalarse en la vida del personaje principal tal como le ocurre a Clara Glasser, la protagonista de El expediente Glasser, un relato que incorpora apuntes de otros géneros como la ciencia ficción, fantástico y terror sin desviarse del tema central, la situación doméstica.
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