UN RAMO DE MIMOSAS...

La nota que sigue, un homenaje abierto a las escritoras independientes de habla hispana, fue publicada en la fecha de hoy en el  blog  SIN BORRONES  y la misma nos llega por gentileza de su autora, la escritora española Carmen Martínez Gimeno.  Muchas gracias, Carmen.

 

Trenza que trenza estrellas

Carmen Martínez Gimeno
Subí, subí, subí. Ya estaba bien arriba,Cuando sentí un murmullo. ¿Era reto, diatriba?
Escuché: carcajadas, ironías, insultos.
¿Que os parezco una simia? Oh, mis buenos estultos:
¿Sabéis de cosas bellas?
Yo hace siglos que vivo trenza que trenza estrellas.
                                         Alfonsina Storni

Quien no se mueve no siente las cadenas.
                                       Rosa Luxemburg 

 Llegará, eso espero, una era en la que no hará falta este día, una era en la que la gente se admirará de que en el pasado se tuviera que luchar a brazo partido para conseguir el derecho a ser iguales. A ser visibles. A trabajar en lo que cada una quiera. Pero de momento, hasta que eso ocurra, me alegro de lo que se va consiguiendo y celebro este día de la mujer trabajadora compartiendo la lectura de un puñado de escritoras independientes.

Desde aquello del pecado original las mujeres lo hemos tenido difícil. Antes de que Eva fuera condenada por incitar a la desobediencia a Adán, este había tenido otra esposa, creada del polvo como él y no de su costilla, según la tradición apócrifa judía. Esta primera mujer se llamaba Lilith y, como se consideraba igual que Adán, se negó a yacer debajo de él. Cuando Adán pretendió someterla a la fuerza, pronunció el Nombre Inefable y huyó a las orillas del mar Rojo para vivir con los demonios. Nunca consiguieron doblegarla y prefirió el castigo divino al matrimonio patriarcal, pero lo pagó convirtiéndose en la primera mujer monstruo que por venganza enfermaba a los niños ajenos, sobre todo si eran varones. 
A partir de entonces, solo hubo dos modelos de mujer: el ángel o el monstruo. Ángel si te doblegabas a lo que se esperaba de ti; monstruo si tenías aspiraciones propias. La historia occidental habla de muy pocas filósofas, médicas, arquitectas, alquimistas, pintoras, escultoras y en cambio no faltan sibilas, brujas, hechiceras, echadoras de mal de ojo, prostitutas. ¿Y escritoras? 
Siempre las hubo. Quizá porque el acto de escribir es solitario y se puede hacer a escondidas: basta un papel y un lápiz. ¿Pero de qué podían escribir unas mujeres que desconocían el mundo y por qué lo hacían?  Sus motivos eran los mismos que nos mueven a las escritoras actuales: una inclinación natural a expresar por escrito lo que la mente recrea, ya fuera en cartas, cuentos, poemas, novelas o libros prácticos sobre buenos modales o el arte de ser esposa y madre.
Sin embargo, probar la pluma tenía sus consecuencias. Había que estar preparada para las críticas, y muchas sintieron miedo. Por eso usaron nombres de hombre e incluso se hicieron pasar por hombres. También por estar a la altura, para que dejaran de considerarlas inferiores, el sexo débil, apto solo para la belleza superficial. Las más independientes se metieron en conventos para estudiar y escribir por su cuenta. Pero tampoco fueron libres.
Hoy las que probamos la pluma escribimos de lo que queremos. Dicen que hay una literatura femenina, y es cierto en el sentido de que también hay una literatura masculina, una literatura china, una literatura árabe o una literatura española. El término femenina solo indica que es mujer quien la escribe. Nada más. Porque ahora somos capaces de escribir según nuestros intereses, cruzando géneros y modelos literarios. Y abundan las escritoras con mucho que contar.

El pórtico de la luz, de Pilar Alberdi (ebook Amazon), es un poemario corto, de versos luminosos, como presagia el título, y una madurez admirable. Se mezclan los poemas de corte clásico con otros más vanguardistas, y en todos el uso del lenguaje es exquisito, y surgen sorpresas que cambian el sentido de lo que habíamos creído entender a cada paso:

Esta inclinación a tus caricias
me convierte en humo entre tus dedos.
¡Oh, Dios!
¡Es a esto a lo que nos dedicamos;
esto, lo que hacemos con nuestra soledad!
Los dioses hace tiempo que están ciegos.
En cualquier rincón, tropieza uno
con sus bastones.
Se descubre eterno, por casualidad.
De este libro opina Manuel Alvar que «apenas se puede pensar en otra cosa que en el amor», pero tiene muchas otras lecturas sugerentes:

No someter la rosa. No desearla.
Negar su propiedad. Su fatuo.
Un vano sueño de primaveras
y otoños; oro
derretido en los ojos.
La suma de los pétalos
ver caer, como una lluvia
cautelar y profunda.
Me huelen a mar las manos
cuando digo: la rosa. […]

Citaría todos los poemas si el espacio no fuera limitado, porque su lectura merece bien la pena. Y no solo para los amantes de la poesía; también para quienes entiendan que escribir no es juntar palabras y quieran aprender de los maestros.

Bajo los tilos, de María José Moreno (ebook Amazon), es una novela de corte intimista donde se narra la mezcla de asombro y dolor que siente una hija ante la muerte repentina de su madre, aún joven, cuando ha emprendido un viaje del que nadie sabía nada.

«Mira a lo lejos, allí, María —y señalaba con el dedo a un infinito que mis infantiles ojos no lograban divisar―.  ¿Los  ves?, esos árboles tan altos, los que están al fondo. Se llaman tilos y como son enormes dan una gran sombra en el paseo. Un día te llevaré a jugar allí», decía ella mientras besaba mi sonrosada mejilla de colegiala, dejándome la huella de carmín rojo que siempre adornaba sus labios. Un ofrecimiento nunca cumplido.

 Los tilos, los árboles favoritos de la madre, guardan un secreto que la hija acabará descubriendo cuando busque bajo la aparente existencia anodina de sus padres y llegue a hechos antiguos y no tan antiguos que nunca pasaron por su imaginación. El presente dichoso de la hija que está embarazada contrasta con el oscuro pasado de la madre y poco a poco, mediante pequeñas pistas, va avanzando el relato hasta desvelar en toda su crudeza lo sucedido.   
La medida prosa de Moreno, que nos habla de las pequeñas cosas cotidianas con la misma sobriedad que desmenuza dolorosas tragedias, agiliza la lectura, y se llega al final de la novela compartiendo el sentimiento de calma de la protagonista tras el nacimiento de su hija Elenita. Acaso también con cierta melancolía. Ha sido una lectura muy agradable.   
El camino de las luciérnagas, de Mónica Rouanet (ebook Amazon). Tras este sugerente título se esconde una novela psicológica que simultanea una investigación policial sobre un accidente de tráfico que acaba de producirse con unos hechos antiguos que llevaron al suicidio de un sacerdote, profesor de latín de un colegio de curas. La narración en primera persona del protagonista abre con una declaración que imprime carácter al resto de la novela:  
Nunca había conocido a ningún Gonzalo feo ni a ningún Javier con granos, gordo o al que le oliera el aliento. Para los que nacimos en los setenta, estaba claro: el nombre marcaba a la persona.
A continuación Rouanet nos presenta personajes con nombres feísimos o apellidos inauditos que provocan risa: Atanasio Cuervo Feliz, Lilly Putt o Anselmo Pandero Toledano, entre muchos otros. Gente que intenta superar el  estigma y otra que está condenada. ¿O no? ¿Son las cosas como parecen a primera vista?
El mayor logro de la novela de Rouanet es el juego de espejos que crea; la deformación de la realidad que efectúa no solo el antagonista manipulador para sacar siempre beneficio, sino también el resto de los personajes y, en especial, el protagonista, debido a su inseguridad. Vemos lo que queremos ver o lo que creemos ver. Pero la realidad es otra, como va demostrando Rouanet a lo largo del relato, dosificando hechos, poniendo en boca de sus personajes declaraciones creíbles que más adelante resultarán equivocadas o falsas. Porque nos habla de un mundo de apariencias, y siempre engañan. El lenguaje directo y los logrados diálogos, no exentos de ironía, hacen muy amena la lectura. Sin embargo, pongo un pero: el final es demasiado precipitado para todas las expectativas creadas y rompe el ritmo del resto de la novela. No me cabe la menor duda de que  Rouanet posee recursos suficientes para mejorarlo.
Operación maletín.Serie Candela Luque, de Mercedes Gallego (ebook Amazon), es una novela policiaca clásica, narrada en tercera persona, que comienza con el descubrimiento de una chica asesinada en la habitación de un céntrico hotel de Barcelona. Entre los encargados de la investigación aparece la joven policía Candela Luque, estudiante del último curso de derecho dispuesta a hacer cambiar la España tardofranquista y patriarcal de 1975 desde dentro de las instituciones, a pesar del rechazo que suscitan los deseos de igualdad incluso entre las propias mujeres. Así explica Candela los motivos por los que trabaja en el cuerpo de policía a la gobernanta del hotel Oriente, que no la ve con buenos ojos:  

―Porque pensé que sería otra cosa. Yo estaba en oficinas y ahí no te enteras de nada. Te limitas a archivar y poco más. Fue cuando me presenté al grupo especial que convocó el ministro. Una prueba para saber si las mujeres servimos para ser policías.  
―Anda ¡qué gracia! ¿Por qué no íbamos a servir?
―Eso mismo pensé yo, por eso me presenté. En Cataluña soy la única y, en total, éramos treinta y pocas. Tampoco es que haya tenido mucho éxito que digamos.
―Desde luego que no.  A ninguna mujer normal se le ocurría hacerse policía, puedes estar segura —respondió Ana contundente.
Sin embargo, Candela demuestra con creces sus aptitudes como investigadora a lo largo de la novela, cuya trama, centrada en el descubrimiento del autor del crimen, se enriquece con pinceladas sobre la España del momento y cierto desarrollo argumental basado en los personajes secundarios. Se hace simpática esta intrépida Candela Peña que se implica tanto en su trabajo, y cuando se empieza a aclarar la motivación del asesinato y se vislumbran sus hondas ramificaciones, casi se llega a desear que ella salve el pellejo  aunque el caso no se cierre. Pero el final es otro que solo se descubrirá leyendo esta amena novela.     
El ala robada y otros cuentos, Carmen Martínez Gimeno (ebook Amazon). El libro recién reeditado consta de una novela corta que fue publicada en papel por la Editorial Edelvives y diez cuentos inéditos. La novela, relatada en tercera persona por un narrador omnisciente, tiene como punto de partida el robo de una reliquia insólita en un caserío perdido de la selva lacandona mexicana. Los vecinos, a pesar de su aparente falta de recursos, saben que han de recuperarla y eligen a dos jóvenes de la comunidad, que explican así su misión al Ejército Zapatista de Liberación Nacional cuando quieren detenerlos: 
Nuestra comunidad también sufre, no crean que no es así. Mucho le está tocando sufrir ahorita. Más que todo lo que se platicó, más de lo que se pueda imaginar. Porque no se contentaron con quitarle sus tierritas, o robarle sus animalitos, o quemarle su escuela. Vinieron de afuera y se llevaron lo mejor que teníamos, lo que nos hacía pueblo, lo que nos volvía orgullosos al mirarlo.
El reto más importante que supuso la escritura de esta novela fue hallar un lenguaje expresivo que no resultara falso en boca de sus protagonistas indígenas, pero que a la vez fuera comprensible para los lectores españoles. Escribiendo y reescribiendo, llegué a esta especie de lingua franca, una creación literaria que resulta ajena a ambos lados del Atlántico, como ajenos son también los personajes que la hablan. Si logro crear en el lector ese sentimiento de otredad, habré logrado mi propósito. Los restantes cuentos del libro versan sobre temas variados, pero en todos hay un cuidado especial con el lenguaje. Dos de ellos están publicados en este blog: «El sexo según Panchito» y «Cámara estéril».

Elegí la imagen de una mimosa en flor para iniciar esta entrada porque mientras fueron al colegio, todos los años mis hijos me regalaban un ramo llegado este día. Es el modo que tienen en Italia de celebrarlo y mantuvimos la costumbre. Yo deseo entregar un ramo de mimosas, aunque sea virtual, a todas las mujeres que nos leen y a todas las mujeres que escriben, a Carmen Grau, Amelia Noguera, Mercedes Pinto Maldonado, Mayte Esteban, Lola Mariné, Blanca Miosi, Carmen Villamarín, Manuela Herrero Palomar, Puri Estarli, Violeta Balian, Isabel Keats, Olga Núñez Miret, Isabel Mata y tantas otras escritoras independientes que me dejo en el tintero. A todas os dedico la bendición con la que despide su madre a uno de los protagonistas de El ala robada:

Que el ocote y la candela que se te dieron no se consuman a medio camino ni se apaguen a medio andar, que la piedra no se alce a golpearte, que no salte la alimaña para morderte, que el relámpago no asuste tu paso ni el rayo abrase el techo que te ampare, que no se te nieguen el maíz ni el agüita, que en tu entendimiento alumbre la verdad, que nunca te falte gratitud, que tus obras se eleven como árboles de sombra y buen fruto, y no se arrastren dañinas como la mala hierba.   

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