Anais Nin (1903-1977) |
Además del éxito de ventas, la trilogía Cincuenta sombras de Grey, de E. L. James, ya desató en el Reino Unido el fenómeno de los clubes de lectura erótica y produjo un efecto contagioso: en la librería “The Bökship” de Londres los lectores se reúnen para compartir un capítulo del libro de Philip Hensher, King of the Badgers , que habla del “dogging”, una práctica que consiste en encuentros sexuales en lugares públicos.
Pero como de la mano del éxito llega la polémica, ya son muchas las voces que se alzan contra la trilogía de James. Básicamente señalan que sólo se trata de una novela rosa con toques de sadomasoquismo light, que la literatura erótica en serio es otra cosa y que ya se inventó hace mucho tiempo.
Lo cierto es que mientras unos compran y otros critican, hay pocas cosas nuevas en este debate. Ya en 1941 la escritora francesa Anaïs Nin (foto) había hablado de ese toque que puede convertir un relato con escenas de sexo en una obra de arte. Según cuenta en el prólogo de Delta de Venus , uno de sus libros emblemáticos, al escritor Henry Miller lo contactó un coleccionista y le ofreció cien dólares mensuales a cambio de que escribiera relatos eróticos. Miller no aceptó pero le propuso la tarea a Anaïs. Ella accedió aunque pronto recibió una llamada del coleccionista, quien le aseguró que sus relatos eran excelentes pero le sugirió un cambio: “Menos poesía. Sea concreta”.
La respuesta de Nin llegó en una carta: “Querido coleccionista: le odiamos. El sexo pierde todo su poder y su magia cuando se hace explícito, mecánico, exagerado; cuando se convierte en una obsesión maquinal. Se vuelve aburrido. Usted nos ha enseñado, mejor que nadie que yo conozca, cuán equivocado resulta no mezclarlo con la emoción, el hambre, el deseo, la concupiscencia, las fantasías, los caprichos, los lazos personales y las relaciones más profundas (...). Usted no sabe lo que se está perdiendo a causa de su examen microscópico de la actividad sexual, que excluye los aspectos que constituyen el carburante que la inflama. Aspectos intelectuales, imaginativos, románticos y emocionales. Eso es lo que confiere al sexo sus sorprendentes texturas, sus sutiles transformaciones, sus elementos afrodisíacos. Usted está dejando que se marchite el mundo de sus sensaciones; está dejando que se seque, que se muera de inanición, que se desangre.” Está en cada lector descubrir la diferencia entre un texto erótico o sólo un best-séller.
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