Por: Violeta Balián
Miami, 25 de junio de 2012
El pasado sábado 23 de junio, tuve la oportunidad de asistir a la función estreno que presentó el Miami Lyric Opera en el teatro Olympia (ahora el Centro Gusman para las Artes) de la entrañable obra de Giácomo Puccini, Madama Butterfly. Esta producción, a cargo de la compañía que fundó hace sólo ochos años el tenor italiano Rafaelle Cardone, confirma una vez más la dedicación y la calidad artística de esta organización, a la que ya se va acostumbrando el público local. Tanto las funciones del sábado como del domingo se presentaron a sala llena. Esta mañana, el Miami Herald comenta que “la representación del sábado por la noche entregó la cantidad suficiente de pathos para garantizar uno que otro llanto entre la audiencia.”
Cabe destacar que para los roles principales la Opera Lírica de Miami contrata cantantes jóvenes provenientes de Latinoamérica y los EE.UU y por lo general, en los inicios de sus carreras. En esta ocasión, impactó la interpretación de la soprano brasileña, Daniella Carvalho (Cio-Cio San), particularmente en los momentos de suave musicalidad cuando fantasea el retorno de Pinkerton, su marido. Carvalho sostuvo magníficamente el drama de la heroína japonesa y deleitó al público. El tenor dominicano Raymundo Antomarchi se desempeñó en el rol de Pinkerton, el oficial de marina norteamericano. Otros cantantes también se destacaron por su actuación y calidad vocal. Entre ellos, la mezzo soprano Lisette Jiménez (la criada Suzuki), el barítono Graham Fandrei (el cónsul Sharpless), el tenor Eduardo Valdés (el casamentero Goro) y el bajo argentino Diego Baner (el tío Bonze).
Pero, en mi opinión, la otra protagonista de la función del sábado por la noche fue la sala Olympia, el primer centro cultural de Miami. Éste abrió sus puertas como sala de cine mudo en 1926. Los esplendores que se presentan en el escenario y la pantalla rivalizan con la sala misma, diseñada por John Eberson, padre del diseño teatral “atmosférico”, que en esta instancia se destaca por sus excesos. Las crónicas indican que el público de aquel entonces no había visto nada parecido – arquitectura morisca, acústica perfecta, un simulado cielo estrellado completo con nubes flotantes y un elegante pavo real (embalsamado) encaramado en uno de los balcones próximos al escenario - y también, la gran primicia de la región, aire acondicionado. Cuando en 1971 la sala corrió serio peligro de demolición para dar lugar a una playa de estacionamiento, el filántropo y hombre de negocios Maurice Gusman la adquirió para donarla a la ciudad. En 1984 los miembros de la comunidad de Miami la inscribieron en el Registro Nacional de Sitios Históricos de los Estados Unidos.
Miami, 25 de junio de 2012
El pasado sábado 23 de junio, tuve la oportunidad de asistir a la función estreno que presentó el Miami Lyric Opera en el teatro Olympia (ahora el Centro Gusman para las Artes) de la entrañable obra de Giácomo Puccini, Madama Butterfly. Esta producción, a cargo de la compañía que fundó hace sólo ochos años el tenor italiano Rafaelle Cardone, confirma una vez más la dedicación y la calidad artística de esta organización, a la que ya se va acostumbrando el público local. Tanto las funciones del sábado como del domingo se presentaron a sala llena. Esta mañana, el Miami Herald comenta que “la representación del sábado por la noche entregó la cantidad suficiente de pathos para garantizar uno que otro llanto entre la audiencia.”
Maestro Rafaelle Cardone Director General y Artístico de la Opera Lírica de Miami (Miami Lyric Opera) |
Cabe destacar que para los roles principales la Opera Lírica de Miami contrata cantantes jóvenes provenientes de Latinoamérica y los EE.UU y por lo general, en los inicios de sus carreras. En esta ocasión, impactó la interpretación de la soprano brasileña, Daniella Carvalho (Cio-Cio San), particularmente en los momentos de suave musicalidad cuando fantasea el retorno de Pinkerton, su marido. Carvalho sostuvo magníficamente el drama de la heroína japonesa y deleitó al público. El tenor dominicano Raymundo Antomarchi se desempeñó en el rol de Pinkerton, el oficial de marina norteamericano. Otros cantantes también se destacaron por su actuación y calidad vocal. Entre ellos, la mezzo soprano Lisette Jiménez (la criada Suzuki), el barítono Graham Fandrei (el cónsul Sharpless), el tenor Eduardo Valdés (el casamentero Goro) y el bajo argentino Diego Baner (el tío Bonze).
La soprano brasileña, Daniella Carvalho |
Pero, en mi opinión, la otra protagonista de la función del sábado por la noche fue la sala Olympia, el primer centro cultural de Miami. Éste abrió sus puertas como sala de cine mudo en 1926. Los esplendores que se presentan en el escenario y la pantalla rivalizan con la sala misma, diseñada por John Eberson, padre del diseño teatral “atmosférico”, que en esta instancia se destaca por sus excesos. Las crónicas indican que el público de aquel entonces no había visto nada parecido – arquitectura morisca, acústica perfecta, un simulado cielo estrellado completo con nubes flotantes y un elegante pavo real (embalsamado) encaramado en uno de los balcones próximos al escenario - y también, la gran primicia de la región, aire acondicionado. Cuando en 1971 la sala corrió serio peligro de demolición para dar lugar a una playa de estacionamiento, el filántropo y hombre de negocios Maurice Gusman la adquirió para donarla a la ciudad. En 1984 los miembros de la comunidad de Miami la inscribieron en el Registro Nacional de Sitios Históricos de los Estados Unidos.
La sala Olympia en Miami, Florida |
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