En 2001, Stuart McIver, miembro del Concejo Estatal de Humanidades señaló que el estado de la Florida cuenta con “un ejército de escritores del género policial o de suspenso que continúa vertiendo libros acerca de policías, detectives privados o aficionados y en los cuales los personajes principales procuran resolver, mediante pistas muy seductoras, todo tipo de asesinatos y delincuencias, desde los muy astutos y originales hasta los más espeluznantes,y la "acción" se desarrolla en compañía de un personaje auxiliar al que McIver identifica como el “lugar”, es decir, la región de la Florida y su entorno. Al que describe como extraño, maravilloso, bizarro, horripilante, asqueroso y por sobre todo, vergonzoso. Afortunadamente, McIver contrarresta esa visión con ámbitos tan gloriosos como los atardeceres o las grandes y misteriosas extensiones de marjales (Everglades) repletas de alligators. Y a éstos, les agrega los yates lujosísimos estacionados frente a los espectaculares hoteles a lo largo del canal interestatal teniendo en cuenta que las tramas de estas novelas también prosperan en el marco de un buen número de ciudades en las que la población crece descontroladamente, y que a la belleza tranquila y esquiva de la Florida se la encuentra únicamente en las pequeñas comunidades del interior o a lo largo de las costas marítimas del estado.
Por su parte, Les Standford, escritor y director del programa de creative writing de la Universidad Internacional de Florida propone que "en la narrativa de género policial o de suspenso, el “lugar“ adquiere más relevancia que el personaje principal o el mismo relato. Y en el caso de la Florida en particular, el lugar no sólo se va elaborando en un auténtico protagonista - que por momentos raya en lo mítico- sino que despliega atributos y aspectos tan variables como lo son el ambiente, la geografía, el tiempo y el clima. Y a toda esa fisicalidad se la matiza finalmente con los extraños e irónicos eventos conectados a las culturas inmigrantes y específicamente a los temas ambientales y de aumento de la población que como se sabe ocurren todo el tiempo en Florida. Podría decirse, entonces, que para los escritores de la región la situación es más que feliz porque les provee de un exoticismo de fácil acceso y un terreno fértil para desparramar sus historias.
John D. MacDonald |
El novelista John D. MacDonald (1916-1986) y autor de Cape Fear (El Cabo del Miedo) inició la extensa cadena de detectives privados que elige un estilo de vida distinto en un “lugar” del sur de la Florida. En 1964, con The Deep Blue Good-by presentó a Travis McGee, un individuo inteligente e introspectivo que vive en una casa flotante a la que tiene permanentemente amarrada en la Bahia Mar Marina, en Fort Lauderdale, al norte de Miami. En esta novela y en las que la siguieron, McGee se enfrenta con políticos corruptos y una nueva raza de inescrupulosos promotores inmobiliarios que ya en aquellos años hacían acto de presencia en una región donde la población crecía rápidamente y se incrementaba la presión por la tierra. McGee, en la pluma de MacDonald, es un hombre seriamente comprometido con los grupos ambientales que se esfuerzan por proteger la maravillosa diversidad de las áreas naturales y las criaturas que viven en ellas.
Muy interesante. Y, además, es lo que vende. Pero... A veces, todo resulta demasiado igual, demasiado igual... ¿Por qué será que me repito? Demasiado igual... Al menos por aquí, por Europa, ya se trate de un libro sueco, español, italiano...
ResponderEliminarUn abrazo, Violeta.