KEY WEST




Key West (Florida)  pasó a formar parte de mi imaginario cuando cursaba historia en San Francisco State University y mi consejero académico sugirió que tomara el curso en Creative Writing que dictaba Robert E. Gajdusek, reconocida autoridad en las vidas y trabajos de Ernest Hemingway y Tennessee Williams.  Y así fue que en aquel entonces me enteré que ambos escritores habían residido en Key West, un lugar remoto y de ensueño para  artistas, la localidad más austral de los Estados Unidos y en la opinión de muchos, la puerta al paraíso.  Escribo estas líneas con una mirada reflexiva hacia aquellos años de universidad cuando tuve el privilegio de conocer a "Robin”, como llamábamos a nuestro buen profesor Gajdusek. De hecho fue él quien guió mis primeros pasos por la escritura y  pulimiento de mi inglés.  Sirva esta nota como homenaje póstumo a “Robin” que falleció en California en 2003. 





Pelicán y pescador en Key West

Key West es el último cayo (islote raso y arenoso típico de las Antillas) de una cadena de ellos que comienza en cuanto termina la zona metropolitana de Miami.  Para la comunidad cubana, Key West es, simplemente “Cayo Hueso”.   Ya que según cuenta la tradición  los exploradores españoles encontraron en ese cayo yacimientos de huesos humanos, una suerte de osario que habría pertenecido a los Colusa, una cultura pre-colombina. 


 

Entre los años 20 y a lo largo de los 30, Key West atrajo a un buen número de escritores norteamericanos como John Dos Passos, Elizabeth Bishop y John Hersey, entre otros.   La Gran Guerra, las aventuras en París y el resto de Europa habían quedado atrás y de vuelta "en casa" se abocaron a buscar inspiración y nuevo material.  Nada mejor que hacerlo en su propio país, en un sitio como Key West favorecido por un clima ideal y un ambiente relajado, pseudointelectual.  Además, su proximidad a Cuba, a sólo unos 204 kilómetros de distancia le daba al islote ese tinte foráneo y exótico que muchos de ellos todavía añoraban. 

Estos días, unas ocho décadas más tarde, Key West aun se considera un enclave de artistas.  No tan famosos como Hemingway o Tennessee Williams pero artistas, al fin y al cabo.  A principios de los años 90, cuando me instalé en Miami, inicié peregrinajes personales a Key West y los hice tantas veces que he perdido la cuenta.  Recuerdo haber estado siempre dispuesta a escaparme por unas horas o hasta un par de días a Key West, costear el cayo hasta que no quedara más que ver y descansar de los ajetreos de Miami o de lo que yo consideraba su mediocridad. En otras ocasiones aproveché la escala obligatorioa durante algún crucero con destino a México o el Caribe.  La razón de mi obsesión era muy simple. En Key West  se vivía una atmósfera cargada de "duende" como dicen los españoles.  A menudo llegaban amigos de visita e invariablemente comentaban que no les gustaba mucho Florida ni Orlando ni Miami.  Entonces yo me apresuraba a poner sobre la mesa la carta infalible: ¿qué tal si hacemos una visita a Key West? 


En auto, a la velocidad normal, y siguiendo el trayecto natural que trazó la misma geografía de cayos/islotes encadenados como cuentas de un collar pero en semicírculo, el viaje de Miami a Key West lleva casi cuatro horas.   Primero pasamos por Key Largo, de eterna cadencia cinematográfica pero no mucho más, y continuamos hasta Islamorada (sic) de esplendorosa fama durante el régimen Bush y avanzamos tocando otros cayos, algunos muy reclusos y exclusivos con mansiones de lujo y muelles privados.   En un momento, sobre el mar y a la mano izquierda, vemos una isla pequeña, deshabitada, con playa propia.  Afortunado su dueño. 
Seguimos nuestro camino y nos internarnos  y por una ruta increíble y bellísima nos internamos, de lleno en el mar Caribe, y que lo cruza, literalmente y en algunos segmentos corre paralela a las vías del ferrocarril del millonario Flagler, destruidas por completo durante el huracán de 1935. 





Ya en Key West, recorremos  manzana por manzana sus apacibles y arboladas calles admirando su  variada arquitectura.  Mansiones victorianas o casas de madera con cercos pintados de blanco, reminiscentes de la Nueva Inglaterra pero que en Key West se han transformado y embellecido con  fuertes matices caribeños y abundante follaje tropical.  Nosotros, los visitantes, nos llevamos  la impresión de que más allá del momento del día, cada vez que pasamos por delante de uno de estos  ”bungalows” lo hacemos, invariablemente, a la hora de la siesta. 
 

Un poco más tarde, emprendemos el consabido paseo por Duval, la calle principal con sus bares legendarios, albergues obligados de los fantasmas de  todas las personalidades ilustres, mediocres y vulgares que desfilaron por sus salones a lo largo de más de 100 años.   Y, hablando de bares, durante una escala de crucero recorrí muy temprano en la mañana  las calles céntricas de Key West y presencié un espectáculo distinto pero no por eso menos auténtico: botellas vacías rebosando de bolsas plásticas y tachos de basura despidiendo el acre olor del alcohol, borrachos durmiendo en las veredas, y alguno que otro sobreviviente de las parrandas nocturnas, todavía en pie, desayunando  en las verandas o dentro de los mismos, traspirados bares con "gin and tonic."  
 

Por lo general, esta exploración preliminar por Key West concluye en el muelle donde la tradición indica que se aplauda la caída del sol, se tomen fotografías y se brinde con champagne. 




Key West y la literatura

Las crónicas anteriores a la Segunda Guerra Mundial aseguraban que  Key West, a la sazón en su apogeo, representaba, para todo tipo de artista tanto la oportunidad como la inspiración.  Tal aseveración se proclamaba por el mundo entero personificada a través de las muchas fotos del ya famoso escritor, Ernest “Papa” Hemingway trabajando en su estudio de la calle Whitehead (la casa es hoy un museo), con un gato en el regazo o sobre la mesa, y fumando su eterna pipa. Se habló también de un “espíritu del lugar” , de casi la misma estirpe del genius loci de los romanos.  Insistían periodistas y publicista que durante  su residencia allí, Hemingway escribió Adiós a las Armas (1929), Verdes Colinas de África  (1935) y Tener o no Tener (1937).  Sin embargo, cabe destacar que esta última novela fue la única ambientada en los Estados Unidos y publicada cuando Hemingway ya no vivía en Key West.  Se rumoreaba que el escritor había basado los bocetos de sus personajes en prominentes residentes de la comunidad y que no había sido muy feliz en este lugar a pesar de escribir bien, ser reconocido y mimado por todos.  En una carta que escribió a un amigo y fechada en 1933, el escritor, lacónico aseguraba,que “aquí tenemos una buena casa y los niños están bien”.  La verdad es que se aburría.  Y a diario, se irritaba por la cantidad de turistas que se acercaban a su residencia para curiosear y verlo trabajar.  Para remediarlo, hizo construir una valla alrededor de la propiedad; ésta se mantiene hasta el día de hoy.  Aparte de sus entusiasmos por la pesca de alta mar y el boxeo, Hemingway pasaba el resto de su tiempo bebiendo, y muchísimo en el bar de Sloppy Joe´s, lugar violento y hasta peligroso, ubicado en Greene Street, el sitio que hoy en día ocupa Captain Tony´s.  Los tragos eran baratos; las peleas, cosa de todos los días.  Aún así, la mayoría de sus biógrafos concuerda en que durante ese período de su vida, el escritor comenzaba a mostrar importantes señales de impaciencia o tal vez, la necesidad de explorar otros horizontes, tanto en su escritura como en su vida personal.  En 1935, a punto de dejar Key West para siempre y en el mismo Sloppy Joe´s, Hemingway conoció a la periodista Martha Gellhorn quien llegaría a ser su tercera esposa.  En 1940 se radicaron en Finca Vigía (Cuba) pero se divorciaron en 1945.
 
Hemingway y familia después de una dia de pesca en alta mar.




Este año, tras una larga ausencia, visité Key West en abril y nuevamente, a fines de agosto.  En ambas ocasiones, la impresión fue la misma.   Key West es una ciudad transformada y comercializada.  Y  ha desperdiciado el ímpetu de energías y estilos que recibiera pocos años atrás de la comunidad gay en residencia.  Resumiendo: el Key West de 2011 es otro lugar, un punto turístico más de los Estados Unidos, carente del laissez faire y del espíritu de lugar que lo caracterizaba.  Un ejemplo: Mallory Square, aquel tradicional y bullicioso lugar de encuentro ahora respira silencios, irreconocible y modificado estructuralmente por las grandes cadenas de hoteles y atracciones temáticas de tan mal gusto que lo circundan.  Al comercio de la calle Duval, otrora interesante y hasta elegante lo han invadido tienditas que no venden nada más que “t-shirts” y baratijas.  Y se nota también la escasez de esos pequeños restaurantes al estilo Key West original o "funky" con gallinitas entrando y saliendo de sus predios.  Ni hablar de los simpáticos gráficos de los años 40.  Han desaparecido de los comercios y avisos publicitarios. Se acabó la fiesta señores y los músicos se han marchado a otra parte.  Los únicos que no se dan por enterados e insisten en seguirla son los turistas, y a cualquier precio.

Impactada por tamaña desilusión me admito a mí misma que mis dos visitas de este año a Key West  van marcando, inexorablemente, mis propios pasos por el tiempo.
Gallina y pollitos en una calle de Key West

La tarde de ese domingo de agosto, a eso de las 3, caminé  bajo un sol rajante los senderos pavimentados y reciclados del malecón buscando un sitio con sombra y un banco donde sentarme.   A unos cincuenta metros vislumbré una plazoleta con un árbol.  Un oasis en el desierto, pensé.  Me acerqué pero no habia ningún banco. ¿Un espejismo?  Y al igual que todos mis otros recuerdos del lugar, éstos también habían desaparecido.
Un perro suelto cruzó  hacia el agua.   Recordé a Noel Coward y la letra de esa famosa canción:
"Mad dogs and Englishmen go out in the midday sun"
/sólo ingleses y perros enloquecidos salen a caminar a la hora de la siesta/.
Inglesa no soy.  Loca, no lo sé.  Pero si bien me enseñaron que no debe decirse  “de esta agua no beberé”, estoy segura que ese triste y desierto malecón fue un testigo silencioso de mi última visita a Key West.
Violeta Balián
Key West, 2013

Comentarios

  1. Un hermoso artículo que he leído con placer.
    Comprendo esa búsqueda de lo que fue o de lo que sentimos alguna vez por un lugar.Todo cambia y no cambia a la vez.
    Saludos.

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